En Oriente se popularizó alrededor del siglo V antes de Cristo la Ley
del Karma, también conocida como Ley de Causa y Efecto. Esta ley afirma
que todo lo que pensamos, decimos y hacemos tiene consecuencias. De ahí
que en el caso de cometer errores,
obtenemos resultados de malestar que nos permiten darnos cuenta de que
hemos errado, pudiendo así aprender y evolucionar. Y en el caso de que
cometamos aciertos, cosechemos efectos de bienestar que nos permiten
verificar que estamos viviendo con comprensión, discernimiento y
sabiduría.
Cada uno de nosotros “recibe lo que da“, lo que elimina toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victimismo.
Como decía Buda, “cada uno recoge lo que siembra”.
Cada uno de nosotros “recibe lo que da“, lo que elimina toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victimismo.
Como decía Buda, “cada uno recoge lo que siembra”.
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