Mané Castro Videla - Mujer Poeta y Artista Plástica Argentina - Española

sábado, 30 de noviembre de 2013

A través




A través de la Luz me manifestaré.
A través del Amor, vivo.
A través de la suavidad, amo.
A través del color, soy.

domingo, 17 de noviembre de 2013

características del abusador

El abusador tiene la determinación de no admitir sus manipulaciones y su control. Si lo hiciera, tendría que enfrentarse cara a cara con sus propios sentimientos

Encantador
Inicialmente él le muestra a su mujer alabanza, adoración y atención. Su cortejo es dulce e intenso, lleno de frases como: “No puedo vivir sin ti”. Él rápidamente exige una relación exclusiva o un compromiso.

Celoso
Él ve otros hombres como amenazas para la relación, y la acusa de coquetear con todos: desde su hermano hasta el cartero. “Sé que lo estás mirando.” La ironía es que muchas veces él es quien está con otra mujer.

Manipulador
Este hombre es muy inteligente. Él conoce cómo detectar los puntos débiles de su mujer, y utiliza la vulnerabilidad y dolor de su pasado para darse ventaja. “Eras abusada de niña porque eres tan fea.”

Controlador
Él quiere saber a dónde va y con quién anda su pareja. Él puede revisar las millas que ha recorrido el automóvil o seguirla al supermercado. Él muchas veces se rehusará a permitirla volver al trabajo, porque cree que “conocerá a alguien más”.

Una víctima
Sus malas decisiones son culpa de otros. Cuando pierde su empleo, se mete en una pelea o un negocio se deshace, es siempre la culpa de la otra persona. Él “nunca” tiene la culpa. “Tú me hiciste pegarte.”

Egocéntrico
Todo el mundo se mueve a su alrededor. Como la “pequeña mujer que no da la talla”, es su trabajo satisfacer cada necesidad. Él es el jefe y, ella la esclava indigna. Para él es vigorizante saber que los demás cuidan su comportamiento a su alrededor.

Inconsistente
Cambios de humor son una característica común para un abusador. Un minuto parece estar contento y ser dulce, al otro está violento.

Crítico
Sin importar lo mucho que intente, usted no podrá satisfacer este tipo de hombre. Él no piensa en nada más que degradarla y agredirla verbalmente. “Eres estúpida, gorda y, una cualquiera desagradable. Nunca me podrás dejar. Ningún otro hombre te querría.”

Desconectada
Su meta principal es aislar a su víctima de la familia y amigos, para que quede dependiente de él. “Tu familia nos causa muchos problemas. No quiero que los veas más.”

Hipersensible
La más leve ofensa lo puede hacer reaccionar. Todos están “en su contra”.

Depravado y cruel
Una cantidad significativa de abusadores dañan niños y animales, al igual que a su pareja. Causarle dolor e intimidar a otros es lo que le da poder. “Te mataré antes de dejarte ir. Si yo no te tengo, nadie te tendrá.”

Arrepentido sin sinceridad
Él jurará que nunca “te golpeará otra vez”. Pero a menos de que reciba ayuda profesional y rinda cuentas, es muy improbable que cambie.


El síndrome del emperador



Es un trastorno de conducta que afecta a los niños. Principalmente se inicia en el hogar, cuando el niño comienza por desafiar al padre y a la madre y más adelante lo hace con cualquier persona
Este trastorno se caracteriza por el sentimiento de autoridad que tiene el niño hacia los demás, principalmente hacia sus padres. 
Por lo regular esto se comete por darle un gusto al niño, dándole todo lo que quiere y cuando no se lo dan, se enoja, agrede a los padres y se siente con una autoridad sumamente mayor a la de los padres.1 2

No son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente... Son los protagonistas del llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad. Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde el año 2000, los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis, con cerca de 6 mil 500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado el año pasado. Estos datos podrían reflejar sólo la punta del iceberg del problema, por la resistencia de los padres a denunciar a sus propios hijos. La pasada primavera, un caso sacó a la luz pública esta situación: una madre asturiana rogó a los servicios sociales que se ocuparan de su hija, cuyo comportamiento violento (golpes, robos, amenazas) ya no era capaz de resistir. Sin embargo, "éste no es un caso característico, la tendencia de los padres es a encubrir el problema", explica Luis González Cieza, coordinador del programa de maltrato infantil de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor, y que participó en una jornada sobre el "síndrome del emperador", organizada por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. En otros países, el fenómeno se ha tratado durante más años y los datos sobre su incidencia son más preocupantes. Un estudio realizado en Estados Unidos advierte que la violencia (no exclusivamente física) de adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia de entre el 7 y el 18 por ciento en las familias tradicionales (en las monoparentales llega hasta el 29, mientras que las estadísticas canadienses aseguran que uno de cada 10 padres son maltratados).

Razones: ¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.

Carlos Peiró, psicólogo de la Unidad de Orientación a la Familia de la Comunidad de Madrid, menciona, entre ellas, "el abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre exigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos. Se les educa más en otros entornos sociales que en la familia, algo que no ocurría hace tan sólo una década".

Sin embargo, para otros expertos, aspectos familiares o sociales, como la permisividad o la ausencia de autoridad, no son suficientes para explicar este fenómeno. Así lo cree Vicente Garrido Genovés, psicólogo criminalista y autor de Los hijos tiranos: el síndrome del emperador. "Un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable, pero no un hijo violento. La permisividad puede echar a perder a un niño (hacerse vago, juntarse con malas compañías, cometer delitos), pero si hay violencia es como resultado de un proceso de deterioro personal por falta de educación, generalmente al final de la adolescencia", explicó. Para Garrido, la clave está en que estos niños "son incapaces de desarrollar emociones morales (como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones". Por ello, asegura que el "síndrome del emperador" tiene causas tanto biológicas (dificultad para desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, "se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo.

"La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia". Carlos Peiró coincide en que el elemento decisivo son "las carencias más o menos claras en la adquisición de competencias personales", agudizado por el hecho de que "el hijo ideal de los padres está en franca contradicción con los hijos sociales ideales definidos por la sociedad de consumo". La importancia de los medios en este factor es clave: "La televisión enseña valores muy hedonistas y consumistas -apunta Garrido-, y dificulta el aprendizaje del autocontrol, es decir, la capacidad de esforzarse por renunciar a cosas inadecuadas y para perseguir metas que requieren esfuerzos.

Los hijos tiranos ven en los medios muchas conductas y metas que son coincidentes con lo que ellos desean: pasarlo bien y hacer lo que quieran sin que nadie les obstaculice". Lo que para muchos es una falta de disciplina que se soluciona con un "cachete a tiempo", es, sin embargo, un problema mucho más profundo que exige "ayudar a que el niño desarrolle una conciencia sólida; ésta es la mejor policía. Y ello se logra aplicando castigos razonables, pero firmes, y explicando las razones morales y prácticas que supone su mala acción. En los casos más graves es, por desgracia, casi imposible", lamenta Garrido. Las madres, principales víctimas. Los escasos estudios realizados en España sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin embargo, los expertos coinciden en una mayor incidencia en las familias monoparentales.

"La mayoría de los casos se da en madres que vuelven a tener otra pareja", explica Luis González Cieza. Uno de los pocos estudios realizados al respecto es "La violencia de los jóvenes en la familia, una aproximación a los menores denunciados por sus padres", elaborado por el Centro de Estudios Jurídicos de la Generalitat de Cataluña. El informe asegura que la madre es la víctima en el 87 por ciento de las ocasiones que se produce este tipo de violencia, y que principalmente recibe agresiones físicas, aunque también son habituales las verbales.

En el 13.8 por ciento de los casos, el estudio refleja que la intimidación se produjo con un cuchillo o un arma similar. González Geza añade que la edad media de los menores denunciados por este tipo de violencia es inferior a la de otros delitos. Mientras que en estos últimos es de 17.5 años, en el "síndrome del emperador"esde 16 años. Sus protagonistas, además, no suelen tener historial delictivo. Una última característica es que esta violencia familiar tiene una incidencia sensiblemente superior en hijos adoptados frente a los biológicos.

Cómo detectar un 'emperador' en casa:

1.- Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.

2.- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo.

3.- Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades. Cómo enfrentarse al síndrome:

1.- Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales.

2.- Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño.

3.- Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.

cromoterapia

domingo, 10 de noviembre de 2013