Putas y Argentinas
En los magros territorios argentinos tampoco hay unanimidad. La Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) se integró a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) bajo la figura del Sindicato de Trabajadoras Sexuales de la Argentina, constituyendo así un movimiento que boga por los derechos y la incorporación a la sociedad de estas trabajadoras.Pero el calendario argentino contiene un dato contradictorio: la presencia del Día contra la Prostitución. Asimismo, coexisten con AMMAR la versión local de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (CATW), la Red no a la Trata y Mujeres en igualdad que ven la prostitución en sí como algo no deseable. “Ninguna mujer nace para puta”, es uno de los eslóganes con que la división de CATW para Latino América y el Caribe define su posición al respecto.
Más allá de la pluralidad ideológica de los movimientos sociales, típica de una democracia y característica saludable de la misma, las autoridades gubernamentales tampoco encuentran consenso. El Sindicato de Trabajadoras Sexuales de la Argentina manifestó reiteradamente su preocupación por el maltrato y la persecución que sufren sus integrantes, y hasta la pérdida de algunas compañeras caídas en el servicio y en la lucha. Por ejemplo el homicidio de la Secretaria General de AMMAR Rosario, Sandra Cabrera, que había denunciado a la policía del lugar por supuestas coimas y complicidad en la explotación sexual infantil; o el asesinato de la trabajadora sexual Andrea Machado.
Parecería ser, además, que la situación del trabajo sexual en la Argentina depende más de la geografía y del viento que de una política gubernamental seria. Por ejemplo, en Santiago del Estero (una provincia del norte del país) el artículo 83 del Código de Faltas habilita a la policía a arrestar a las trabajadoras sexuales en vía pública; en Jujuy AMMAR dice que “la policía detiene en forma sistemática a las trabajadoras sexuales activistas”... mientras en Ushuaia la situación es totalmente diferente.
En Ushuaia los prostíbulos están en el centro de la ciudad y a la vista de todos, y tanto estos establecimientos como las mujeres que allí trabajan tienen habilitaciones regladas por las autoridades competentes. Es así que las trabajadoras sexuales tienen una habilitación de la Municipalidad donde figuran como “alternadoras”.
Se calcula que la industria de la prostitución en el fin del mundo involucra a aproximadamente 300 mujeres. En la ciudad, a unas pocas cuadras de distancia, hay seis burdeles: Tropicana, Red & White, Candilejas, Sheik Night Club, Sonia Night Club, y Blacky. Sus tarifas pueden encontrarse a la distancia tan sólo con entrar en cualquier buscador de internet. Según un foro de la web el precio promedio por los servicios ofrecidos es de 150 pesos la hora y 60 pesos la copa. ¿La copa? Sí, la copa. Para tener acceso a alguna de las “alternadoras” del lugar, el interesado debe invitarla primero a tomar una copa, luego de la cual podrá pasar a lo jugoso.
A pesar del carácter no marginal e institucionalizado de la actividad sexual mercantilizada, no todas son rosas en la última urbe del mundo.
Por un lado, si bien la prostitución no está prohibida, obviamente sí lo está la trata de personas. Y sin embargo varias prostitutas afirman que no ellas, pero sí muchas trabajan en condiciones de esclavitud. Esas muchas mujeres fueron traídas de otras zonas del país o países vecinos, y depositadas en establecimientos donde trabajan de sol a sol.
Por otro lado, los casos de maltrato y abuso no parecen desaparecer. Es más, en el 2004 el maltrato acabó con la vida de María Mabel Almada.
Históricamente correctas
En Puerto San Julián hay quienes quieren decorar la ciudad con un nuevo monumento. Pero no todos están de acuerdo. Es que la estatua vendría a conmemorar aquel 17 de febrero de 1922 en que cinco meretrices de “La Catalana”, un burdel de ese rincón santacruceño, echaron a escobazos a un grupo de militares de Varela que pretendían festejar su triunfo. Hace falta aclarar que el triunfo celebrado tenía como “efecto colateral” la tortura y el asesinato de 1500 obreros en huelga.Luego de este suceso las mujeres fueron apresadas y según consta en el acta policial sus nombres eran: Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache y Maud Foster.
Estos datos pueden conocerse hoy en día gracias a la tarea del historiador Osvaldo Bayer, que se encargó de recopilar la información sobre el tema.
Los rumores dicen que esta historia de escobazos era la escena final de la película La Patagonia Rebelde antes de sufrir los retoques de la censura.
Antonio Berni, un importante pintor argentino, supo darle forma a dos personajes entrañables Juanito Laguna, un chico que vivía en la calle, y Ramona Montiel, una prostituta del arrabal. “Ella (Ramona Montiel) es el símbolo de otra realidad social cargada de miseria, ya no en el exclusivo plano material, como en el caso de Juanito (Laguna), sino también en el otro, en el del espíritu, con sus desequilibrios neuróticos propios de una mujer de su condición social, atrapada por la telaraña de la sociedad de consumo. (…) Ya no son las latitas y las maderas del rezago de los cuadros con el tema de Juanito, sino los vestidos de utilería, las falsas piedras preciosas y el brillo de los metales bañados en oro. […] Dos realidades humanas: Juanito y Ramona, diferentes en su forma pero semejantes en el contenido, porque ambos son víctimas de un desequilibrio antiquísimo dentro de las sociedades de los hombres…”
Excelente reseña.
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