LAS SECTAS
Angel Martin Velayos C...R...C...
IMPERATOR DE LA ORDEN ROSACRUZ
En muchas ocasiones, ante preguntas que se me han hecho sobre el comportamiento de los miembros de la Orden Rosacruz en lo que concierne a nuestra institución, he declarado, y lo seguiré manteniendo, porque es algo que pertenece a mis convicciones profundas, que los Rosacruces deben ser siempre libres de escoger sus actos y sus afiliaciones. La Orden Rosacruz hace continuos esfuerzos para que nunca aquello que esté relacionado con la afiliación de sus miembros sea considerado de naturaleza sectaria y, en contrapartida, esperamos que los Rosacruces sepan apreciar el gran respeto que tiene la Orden Rosacruz por su libertad de elección. Sabemos por experiencia que los Rosacruces, que son personas inteligentes, saben apreciar este aspecto y, en consecuencia, mantienen, en su inmensa mayoría, un altísimo índice de lealtad a la Orden, precisamente por el respeto que muestra ella por su intimidad y libertad. El tema que nos ocupa está en candente actualidad y con mucha frecuencia es noticia en los periódicos, radio, y televisión. Desgraciadamente, en la cuestión de las sectas, los medios de comunicación social no suelen ser totalmente objetivos, ni la cuestión suele ser tratada con suficiente profundidad., lo que nos hace pensar que, o bien no se tiene un conocimiento muy preciso sobre dichas noticias y lo que interesa de su publicación es su sensacionalismo, o que hay ciertos intereses muy definidos por parte de ciertos grupos sociales, e incluso de instituciones oficiales, que están intoxicando a la opinión pública. Con relación a esto último cabe recordar un suceso acaecido hace algunos años. En esa ocasión fueron detenidos, en un céntrico hotel de Madrid, algunos integrantes de la Iglesia de la Scientología que estaban celebrando una convención. Ese suceso fue objeto de atención durante varios días en todos los telediarios y en las primeras páginas de los periódicos más importantes de España; pasados varios días, el supuesto escándalo fue dejando de ser noticia y los detenidos, que ya estaban recibiendo asistencia jurídica, fueron puestos en libertad. Mientras que para la mayor parte de la gente, que no reflexionó debidamente sobre la noticia, aquello era una muestra evidente del peligro que corre la sociedad con la proliferación de sectas, otros, los más cuidadosos en sus análisis, se hacían las siguientes preguntas: ¿Es que el país no tiene problemas más importantes, tales como drogas, paro, terrorismo, inseguridad ciudadana, etc. como para que un suceso de este calibre, en el que se ha demostrado que han tenido que dejar libres a los detenidos, ocupe las primeras páginas de los periódicos más importantes, y sea noticia de sumo interés nacional? Si tenemos en cuenta que cuando sucedió este hecho estaba a punto de producirse una huelga general, que llegó a paralizar al país por veinticuatro horas, y que España atravesaba por fuertes problemas sociales y laborales, es fácil comprender que todo este tinglado no era otra cosa que una cortina de humo para desviar la atención de los ciudadanos. Tal y como sucedían en la antigua Roma que para mantener alejados de los problemas a la ciudadanía, los emperadores daban al populacho «Pan y Circo» y en otras épocas fueron toros o fútbol, los gobernantes trataron, con una noticia fútil, desviar la atención de los ciudadanos sobre los grandes problemas y cuestiones ante los que se encontraba el país.
Los Rosacruces, al afrontar cualquier problemática, sea de índole filosófica, científica, o social, debemos ser veraces y valientes por lo que es conveniente que, tras un análisis de los hechos, podamos tener una comprensión y una opinión lo más correcta posible de las cosas. Ante el tema de las sectas y su proliferación debemos empezar definiendo aquello que es una secta y qué es lo que la convierte en peligrosa, así como los mecanismos sociales que deben ser articulados para evitar dicho peligro a la sociedad.
El significado etimológico de la palabra secta la define como todo grupo o asociación que constituya una sección dentro del conjunto de la sociedad. En ese sentido todo grupo humano, cualquiera que sea la índole del mismo, es una secta, llámese club social, agrupación deportiva, partido político, grupo religioso o empresa comercial.
En el sentido peyorativo, o despectivo de la palabra, una secta es toda agrupación, con propósitos definidos, que impone una forma de pensamiento y de conducta a sus miembros de la cual, de alguna manera, obtiene una ventaja o ganancias para la secta y para sus dirigentes.
Por regla general las sectas transmiten a sus acólitos, o al menos eso es lo que pretenden, la convicción que ellos son los lo únicos poseedores de la verdad y que fuera de la secta no pueden encontrar la salvación, la justicia, el conocimiento, etc. De acuerdo con estos hechos podemos plantearnos qué se entiende, o qué es lo que se nos quiere hacer entender por el concepto de secta: ¿Una secta lo es porque tiene un pequeño número de miembros? ¿O lo es por su ideología o acción, independientemente que ese grupo de personas sea muy amplio y extendido?
Si entendemos como secta no el número de sus miembros, sino su ideología y actuación, es conveniente que nos planteemos las siguientes consideraciones: Se consideran sectas a aquellas agrupaciones que pueden producir daño a la sociedad, o al género humano, incluyendo a sus miembros ¿Cómo podríamos definir entonces a grupos religiosos, de toda índole, que cuentan con centenares de millones de fieles y que han predicado o que predican la guerra santa, ocasionando con ello dolor, muerte y destrucción? ¿Que podemos pensar de los diferentes tipos de ideologías políticas que han causado guerra por sus aspiraciones expansionistas, o por extender su ideología? Se consideran sectas a las agrupaciones que promueven el fanatismo entre su integrantes ¿Cómo podríamos definir entonces a ciertas religiones de masas que han perseguido a los llamados infieles, los han torturado, los han quemado en hogueras, y les han sometido a la humillación por causa de sus sentimientos religiosos diferentes?
Se considera secta a aquella asociación que impone normas de conducta a sus seguidores. ¿Cómo podemos definir a las religiones que imponen un vestido determinado a sus fieles, que impiden que las mujeres puedan mostrar su rostro, que les indican cuando deben ayunar o comer, aunque eso pueda subsanarse mediante el pago de una bula que les autorice a comer alimentos prohibidos en ciertas épocas del año? ¿Cómo definiríamos a esas agrupaciones que regulan incluso el comportamiento sexual de sus acólitos? ¿No es cierto que esas agrupaciones mantienen órdenes religiosas en la que los monjes deben renunciar a su patrimonio, que deben obedecer a sus superiores, que pueden dormir poco, y comer lo que les ordena la comunidad, y que se les priva de todo contacto sexual, lo que deriva en muchas aberraciones?
Se llaman sectas a aquellas agrupaciones que piden trabajo voluntario, y sin remunerar, a sus miembros
¿Cómo definir entonces a las religiones y a los partidos políticos que obligan a sus militantes a trabajos en favor de su asociación, sin pago alguno, y en el nombre de los ideales?
Se dice que las sectas tratan de conseguir ganancias materiales, para la asociación o para su dirigentes ¿Es acaso lícito que una religión pida a sus fieles que les dejen sus bienes en testamento, como garantía de que alcanzarán el paraíso, o bajo de amenaza de ir a parar de cabeza al infierno? ¿Cómo consiguieron esas religiones tantas riquezas que harían ruborizarse de vergüenza a los profetas si volvieran a la vida y viesen lo que se ha hecho en su nombre? ¿Es honrado que muchos partidos políticos, de todo signo, utilicen el tráfico de influencias para conseguir financiación ilegal para mantener sus aparatos, y para el enriquecimiento de sus dirigentes? ¿No es eso sectario?
Aunque esas consideraciones son de mucho peso no debemos por ello perder de vista lo esencial y no podemos engañarnos al respecto.
Es cierto que pululan en la actualidad muchas sectas de carácter dañino, de pocos y de muchos asociados, y la sociedad debe protegerse y proteger a los ciudadanos de ellas; para ello se deberían articular normas y leyes justas que garanticen a los ciudadanos su protección física, mental, moral, e ideológica. Primero se debe partir del principio de igualdad ante la ley, eso quiere decir que deben ser investigadas, o controladas, todas las asociaciones, independientemente del número que las compongan o de si son débiles o verdaderos poderes fácticos.
Después se deberían regular la edad legal, en la que se supone que la persona es libre para elegir su asociación, que deberían coincidir con la mayoría de edad legal en cada país.
Se debería regular, también la forma de financiación de toda asociación que, en ningún caso, debería ser financiada o patrocinada por el estado ya que la asociación debe ser libre e independiente.
Al mismo tiempo se deben pasar auditorías a las cuentas de toda asociación, sea religiosa, política, deportiva, ciudadana, filosófica, etc. verificando escrupulosamente su contabilidad, así como los justificantes de ingresos y de gastos de mantenimiento de la asociación.
Estas y otras normas de control razonable evitarían que muchas agrupaciones peligrosas, que muchas sectas, pudiesen proliferar ya que se verían en la imposibilidad de hacer y deshacer a su gusto, por lo que no pondrán tanto interés en controlar la conducta de sus seguidores.
Todo Rosacruz debe ser libre, pensar como querría que se desarrollase su vida, no verse coartado por ninguna imposición arbitraria, vivir una vida natural en la que no se le imponga ninguna forma de comportamiento en el vestido, en la comida, en el descanso, en sus pensamientos, en su sexualidad, o en cualquiera de sus manifestaciones normales y naturales. Es muy importante que los Rosacruces tengan criterio propio; que por ellos mismos determinen su opinión, que sepan distinguir por si mismos, y que su conocimiento de las cosas les haga libres de las garras de la ignorancia y de la opresión de pensamiento.
Estas consideraciones sobre las sectas, y sus líneas de acción, podrán ayudarles en su reflexión para que, en uso de su sabia libertad, puedan determinar cuando actúan con conocimiento de causa, o cuando son intoxicados por opiniones interesadas.
¡Que la Paz Profunda more en sus corazones!